Por Blanca S.M.
Al escritorio del opositor llegan las novedades tarde y mal. Las interesantes quiero decir, porque pregúnteme usted por un cambio legislativo o un nuevo plan del Gobierno que ahí estoy yo al quite.
Por suerte, contamos con amigos ajenos al empleo público: los civiles; los foráneos; los otros, que sí están al día de lo que pasa en la vida mundanísima y realísima y, en una conversación de terraza de verano de tu día de descanso, te enteras, tarde pero te enteras, de todo: desde marujeos zafios a exquisitas propuestas culturales.
No sé, a lo mejor usted tiene solo amigos zafios o solo exquisitos, en mi entorno es que hay de todo. A lo que iba, que uno de ellos, no diré cuál, me preguntó por la canción Así Bailaba de Rigoberta Bandini y Amaia.
- Ni idea
- ¿¿¿NO??? (Añádale un mega tono de estupor y sorpresa con cero admiración.)
Así que, en cuanto llegué a casa, por supuesto a la hora decente que llega el correctoopositor, puse la canción.
Qué maravilla; la escuché tres veces seguidas y pensé en estas dos artistas tan majas que habían decidido no pasar por alto lo que muchas sí hemos pasado: ¡la endoculturación a través de las canciones populares infantiles!
Marvin Harris, antropólogo, fue quien acuñó este término para referirse a cómo se aprendía en cualquier sociedad: la generación de más edad inculca a la de menor edad los valores culturales a través de un sistema que premia a los que reproducen la conducta que se adecúa a esos valores culturales y castiga a quien se opone, los pone en duda o no los reproduce.
La canción de la pobre chiquilla que tenía que planchar forma parte de un proceso de endoculturación por el cual la mujer será la encargada de las tareas del hogar incluso a costa de que nunca pueda divertirse, por tanto, si la niña hace sus tareas y solo si las hace, será premiada y podrá jugar, ergo, la mujer solo si cumple con las tareas del hogar y solo si cumple, será premiada y podrá divertirse.
Vaya premisa patriarcal nos han colado y ojo, que yo de pequeña ya sabía el gesto de planchar, de fregar y de coser, que me aprendí la canción bien pronto a pesar de provenir de una familia feliz e igualitaria en la que siempre se ha dado un reparto de tareas pero… ¿mi hermano la cantó alguna vez? No, nunca: un aplauso para la endoculturación española.
Y en todo este rápido proceso mental, porque yo soy muy rápida para ciertos temas y muy lenta para otros (valga el chiste de opositor), pensé en que la endoculturación no nos había metido el verbo “estudiar”, y vamos a ver, si es tan rollo como planchar o lavar, ¿por qué no salía en la canción? Y tampoco “opositar”, que no es nada divertido.
Así que desde aquí, pido un aplauso para todas aquellas que estudiaron, otro para las que opositaron y uno más fuerte para Rigoberta y Amaia, por pasar de la endoculturación, por enfrentarse a ella, por retarla y por, además, tener éxito.
Gracias a mujeres como vosotras las niñas podrán estudiar, opositar y bailar sin tener que guisar, coser, planchar o lavar antes.
Y ya, particularmente, gracias porque por fin voy a poder hablar de Marvin Harris con mis amigos en la próxima sesión de terraza de verano, que no encontraba yo el momento. Las novedades de la Ley Concursal, en cambio, no lo tengo yo tan claro.